Todos los países tienen sus personajes aventureros, rebeldes con causa y sin ella, que se salen del círculo marcado por los convencionalismos de su tiempo. Es el caso de Fadrique Gutiérrez Flores, un herediano de pura cepa que escandalizó a las buenas gentes del siglo XIX con su
gusto por la fiesta, la intriga política y los líos de faldas, todo matizado por sus provocadores gustos artísticos. Compinche de su primo el general Tomás Guardia, ayudó a llevarlo al poder pero pronto cayó en desgracia. A las vacas flacas de su existencia, entre las que figura con
prominencia el destierro, siguieron las canonjías y las mieles que se derivan de la cercanía con los poderosos.
Hoy se le recuerda apenas por un nombre de pila que nos resulta curioso, y por un fortín que se convirtió en el emblema de toda una provincia. Anne Señol ha descorrido el tupido velo de esta existencia azarosa que Adián González ha dibujado para disfrute de los seguidores de la colección PERSONAJES, de la editorial La Jirafa y Yo.