Cuando Mabel Morvillo me invitó a ser parte de un proyecto del CIDCLI, en México, la idea
era recontar a chicos de hoy un cuento infantil clásico. Sin pensarlo mucho elegí El sastrecillo
valiente porque recordaba que, de niño, era uno de mis cuentos favoritos.

De pronto, la decepción: al leer de nuevo aquel cuento, me di cuenta (pun) que no era como lo recordaba. O más claro: sí era, pero ahora me parecía terrible. ¿Qué hacer? No había forma de recontar aquello siendo fiel a la historia, pero, al mismo tiempo, transmitiendo valores, sentimientos y sensaciones adecuadas para las niñas y los niños de hoy.

Lo intenté, pero no pude. Lo que salió fue otra cosa, otro cuento que recuenta –en forma de undiálogo padre / hijo– la sensación que me provocó mi propio reencuentro con el sastrecillo… ¿valiente? …